La pequeña isla de Sainte Marie es mundialmente conocida por sus magníficas playas de cocoteros, por sus arrecifes coralinos y por la concentración de ballenas que buscan cobijo en sus cálidas aguas.
La isla siempre ha sido lugar de acogida para los que surcan los mares: ballenas, traficantes, piratas, simples marineros, aventureros o modernos refugiados del estrés de la metrópolis parisina. Los extraños han encontrado en esta isla de 57 kilómetros de largo por 8 de ancho, su lugar de asilo, dando lugar a una leyenda y al nombre por el que los nativos la conocen: “Isla de los extranjeros”.
Hacia 1680, se había establecido una colonia de un millar de piratas, organizados de modo igualitario y democrático, que dio pie a una leyenda: Libertalia, la república pirata. Los extranjeros siempre tuvieron un estatus privillegiado en la isla, especialmente despues de que Ratsimilaho, hijo del pirata Thomas White y una princesa local, funde de una dinastía que dominó el este de Madagascar durante un siglo.
Algo de esa atmósfera de pillaje y violencia perdura en el inquietante cementerio pirata, una visita obligada, en la que podremos pasear entre lápidas con leyendas enigmáticas, muchas de ellas rematadas en forma de sombrero pirata o por la inconfundible calavera sobre dos huesos cruzados formando un aspa.
Sainte Marie cuenta con una buena infraestructura hotelera. En Ambodifotatra, la capital de la isla, se respira serenidad, pero son pocos los viajeros que se alojan en su centro urbano. Hileras de pequeños bungalós a pie de playa, medio escondidos por los cocoteros, salpican la costa. Muchos de los alojamientos y restaurantes están regentados por europeos expatriados, mayoritariamente franceses, que le dan un toque de distinción y calidad a todos sus servicios, aunque los precios no son para nada comparables con los de su patria.
Los amantes de la gastronomía ya pueden preparar sus jugos gástricos, pues la isla es un lugar fantástico para degustar pescado fresco (especialmente la deliciosa langosta) y para el batido de frutas tropicales. Todo aderezado con un inconfundible toque francés.
Un pantalla de coral protege la costa de los días de mar brava y crea un estanque de tranquilidad entre tierra y arrecife, aunque son pocas las playas perfectas para nadar, pues los erizos y la vida del coral hacen poco recomendable poner el pie sobre la superficie sin echar una mirada previa. La mejor manera de explorar la isla y ver los rincones más apartados -de difícil acceso, pese a su reducida extensión- es en bicicleta de montaña, que tanto los lugareños como los hoteles alquilan. También se puede llegar en taxi a lugares como la playa de La Crique (de fama mundial y una de las mejores para el baño).
En el norte y en el este aun quedan maravillosas playas desiertas, donde dejarse abandonar unos dias en una tranquilidad absoluta, disfrutando de pescados frecos que acercan a tu cabaña los pescadores locales.
La isla es uno de los mejores lugares del mundo para observar las ballenas. Todos los años, al llegar el invierno austral, nuestro verano, cientos de ballenas buscan estas aguas cálidas para aparearse y dar a luz. La bahía de Antongil, en el noreste de Madagascar, es su destino final, y entre julio y septiembre se las puede ver atravesando el canal frente a Sainte Marie. Los hoteles y las numerosas escuelas de buceo de la isla organizan excursiones para ver muy de cerca estos animales de hasta 15 metros de longitud y 35 toneladas de peso.
Las ballenas saltan por encima del agua, golpean la superficie del mar con la cola, o sacan la cabeza por encima del agua, para saludar al vazaha (extranjero) que como ellas llegan hasta aquí en su peregrinación anual.
La Ile aux Nattes es una isla aún menor, a 200 metros de la punta sur de Sainte Marie, donde sólo hay un par de poblados de pescadores entre vegetación y campos de arroz, unos cuantos hoteles idílicos de dimensiones familiares a la orilla del mar y un faro abandonado.
Aun quedan rincones donde uno puede imaginar como fue el jardín del Edén.
Notas Practicas:
Como llegar:
Air Madagascar tiene vuelos diarios desde Antananarivo (Capital de Madagascar)
Ferry y lanchas rápidas desde Tamatave (Antigua Toamasina)
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