Polonia rezuma historias tristes, aveces aterradoras… pero sobre todo historia. Cracovia y Varsovia, ambas Patrimonio de la Humanidad, son las máximas expresiones de su historia pasada y presente.
Cracovia, la vieja capital durante siglos, donde se coronaban los reyes polacos, es el punto de atracción turística por excelencia. Sin embargo la desgarrada Varsovia, ciudad completamente arrasada durante la 2ª Guerra Mundial, representa el futuro y la emergencia del país, a la vez que ha recuperado su pasado esplendor de gran centro urbano del norte de Europa de la mano de los restauradores polacos.
La historia de Polonia es una historia de supervivencia y holocausto, de tolerancia y guerra… vivir entre colosos ha costado un incesante reguero de sangre y de siglos de oscuridad, donde el que fue el país mas grande de Europa quedó borrado de los mapas por el reparto de todo su territorio entre las potencias circundantes.
La columna vertebral del país es el Vístula, afluente del Danubio que parte los casco urbanos de Varsovia y Cracovia. Al norte otro importante accidente acuoso marca la historia del país, el mar Báltico. Pero esas son tierras de mas influencia alemana que polaca, no olvidemos que allí surgió la nación alemana (Prusia) y que no fueron territorios polacos hasta el reparto de Alemania después de la derrota de Hitler. Nosotros buscaremos el alma de Polonia y ese alma está mas al sur: Varsovia y Cracovia.
Es una ciudad agradable, e 1.600.00 habitantes, bastante asequible para el viajero, con numerosos restaurantes y terrazas en el casco viejo… ¿aunque existe el “casco viejo”? La respuesta es si y no. La ciudad fue demolida piedra por piedra en el retroceso del ejercito alemán… por tanto no. Pero a partir de 1950 los polacos iniciaron la reconstrucción del casco viejo que duro 40 años, de acuerdo con los planos y los valiosos cuadros (mucho expuestos en el Castillo Real) con la máxima fidelidad posible al original. El casco antiguo es el mismo del Siglo XVII y los barrios al norte y al sur mantienen su aspecto del S. XIX. El trabajo de restauración fue tan excepcional que la UNESCO decidió incluirla en su lista.
El Castillo fue demolido piedra por piedra, por orden de Hitler, y levantado de nuevo, con absoluta fidelidad al original, por la tenacidad polaca. Su museo alberga gran parte de la memoria de la ciudad.
Otra característica poco conocida de esta ciudad son sus inmensos y bellos parques, poblados de ardillas, patos y palacetes decimononicos. Cuidados por un ejército de jardineros son bosques sombrios abiertos a pequeños claros con bancos donde los habitantes se relajan, leen o pasean.
La ciudad moderna se extiende mas al interior en los barrios de rascacielos modernos de bancos y multinacionales, presididos por un decano soviético: el Museo de Ciencia y Tecnología. Es la nueva Polonia, joven miembro de la Comunidad Europea, pujante y abierta. El principal nudo de comunicaciones de una ciudad en la encrucijada de las grandes rutas del norte es la estación de tren de Warszawa Centralna, situada en estos nuevos barrios.
Desde aquí nos dirigimos al sur, hacia la “vieja capital”. El tren atraviesa los famosos barrios obreros de la era comunista. Decían que son barrios grises, pero los polacos han descubierto que con un poco de pintura de colores, su aspecto exterior mejora enormemente.
Conforme el tren avanza entre bosques de arboles de hoja perenne y campos de hortalizas mi corazón esta confundido por una batería de sentimientos encontrados y ambiguos, compungido recordando las historias del levantamiento o del ghetto judío, admiración por la tenacidad de los polacos en la reconstrucción y por su trabajo bien hecho y sorpresa por una ciudad mucho mejor y más interesante de lo que esperaba.
Cracovia
3 horas mas tarde llegamos a la estación de Kracow Glowsny, situada junto al casco histórico de Cracovia.
La que fue capital de Polonia durante siglos, es hoy la tercera ciudad del país, con unos 800.000 habitantes. Atesora los restos de su pasado histórico y de sus años de grandeza. Los dos centros de gravedad de la ciudad son el montículo del Wavel (catedral y castillo) y su impresionante plaza, centro de la vida comercial y cultural de la ciudad.
La plaza recuerda a la famosa plaza de San Marcos de Venecia, es la mayor de estilo renacentista en Polonia. Sus dos puntos mas destacados son la Lonja de los Paños, antaño punto de reunión de los mercaderes, un edificio rectangular en pleno centro de la plaza y la ricamente ornamentada iglesia de Santa María que controla desde su esquina todo el movimiento de la plaza. Desde las altas torres de Santa María una corneta anuncia el paso de las horas desde hace siglos.
Los edificios que rodean la plaza están destinados a restaurantes y cafés o tiendas de moda. Durante el verano las terrazas inundan la plaza, y contrastan el estresante ritmo de los camareros con la tranquilidad de los clientes apurando las últimas gotas de su café. Mientras, elegantes carrozas descubiertas con turistas o parejas con traje de novios recorren las calles aledañas, desembocando indefectiblemente en la plaza, para culminar con una vuelta torera por el cuadrilátero, su paseo por el corazón de la ciudad que es a su vez alma de este país.
Mina de sal de Wielitza
Excursión a 15 km de Cracovia al mundo subterráneo de una mina de sal explotada durante 800 años. Alberga en su subsuelo: un museo de la minería, esculturas en sal, miles de galerías, restaurante, salón de congresos, tiendas e incluso una enorme sala con finalidad religiosa: retablos, lamparas, altar... todo ello esculpido en el mismo material y en una cueva de enormes dimensiones. También está aceptada en la lista de la UNESCO.
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